15 de diciembre de 2010

"Siempre he envidiado a quienes sienten que tienen el control de sus vidas. A quienes pueden afirmar, llenos de satisfacción, que ellos mismos han ido construyendo su existencia, paso a paso, colocando los aciertos junto a los errores, depositándolos muy unidos, las buenas experiencias al lado de las malas, la felicidad sobre el dolor, como si se levantasen una sólida fortaleza allá en lo alto de las rocas, inexpugnable y firme.
Una existencia dominada por los propios designios y una férrea voluntad, fluyendo por las venas como sangre. y, dentro de las tripas, la entereza.

No doy pasos conscientes, regidos por la razón y un luminosos objetivo a lo lejos, parpadeando en el futuro como un faro hacia el que dirigirme. No sigo ningún camino, ningún arroyo, ni siquiera una senda escarpada y dura, a través de peñascos agudos como puñales. Simplemente floto ahí dentro, y agito los brazos cuanto puedo para no ahogarme. No hay más.

Sí, a veces, por un momento, hay un cielo, y árboles verdes, y deliciosas mariposas de colores que juguetean entre las flores. y en la noche, una multitud de estrellas que se despliegan para mi, como millones de ofrendas de benevolencia. Pero sé que el espejismo durará un instante.

Respiro hondo. Respiro. Respiro. y esa bruma fría y perfecta me envuelve de nuevo a su antojo"

"Contra el viento". Ángeles Caso

13 de diciembre de 2010

"Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco.

Me volví otro. Traté de releer los clásicos que me orientaron en la adolescencia, y no pude con ellos. Me sumergí en las letras románticas que repudié cuando mi madre quiso imponérmelas con mano dura, y por ellas tomé conciencia de que la fuerza invencible que ha impulsado al mundo no son los amores felices sino los contrariados. Cuando mis gustos en música hicieron crisis me descubrí atrasado y viejo, y abrí mi corazón a las delicias del azar.

Me pregunto cómo pude sucumbir en este vértigo perpetuo que yo mismo provocaba y temía. Flotaba entre nubes erráticas y hablaba conmigo mismo ante el espejo con la vana ilusión de averiguar quién soy."

"Memorias de mis putas tristes". Gabriel García Márquez
 
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